martes, 20 de julio de 2021

Capitulo 2

 

      - ¿Te gustan las idols?

Fue lo primero que preguntó Agnes esa fría mañana; llevaba el cabello recogido, oculto bajo un gorro color ocre que usaba los días helados como ese.

 - Hola - Contestó el muchacho – ¿No piensas contagiarme otra de tus manías o si?

- ¿Q-Qué? Por supuesto que no - Reviró con el ceño fruncido.

- ¿Entonces? - Pues veras, he estado escuchando música de idols del 2000 a la fecha.

- ¿Del 2000? - preguntó el chico - Pero aún no nacías. 

- ¿Y por eso no debo oír música de entonces? - respondió Agnes casi gritando – Oigan bandas indie, no pueden oír a los Beatles, inspírense en otro lado. 

- Ok esta bien, ya entendí. - Como sea, entre disco y disco mi madre ha oído un poco y me platicó que sonaba esa música. Cuando tenía nuestra edad, luego sacó una pequeña caja de su closet y me lo contó.

- ¿Qué te contó? - alcanzó a preguntar poco antes de que la campana que indicaba el inicio de clases sonara.

- Te digo más tarde.

El chico asintió.

 

La clase de física de aquel día transcurrió como de costumbre. La profesora, de una edad similar a la de su madre explicaba de manera tan precisa y clara que apenas había atisbo de duda en las jóvenes miradas de los alumnos. Sobra decir que todo mundo tenía la vista al frente, pues la profesora lucia más que bien a sus cuarenta y tantos años.

La fuerza de la gravedad era el tema que impartía entonces, pero el chico tenía la atención puesta en otra cosa, un minúsculo, diminuto detalle; Aquella mañana la profesora portaba, fijado en su vistoso saco gris un pequeño broche dorado que de inmediato se le hizo familiar. Una pequeña paloma blanca sobre una especie de medallón dorado con su nombre debajo, solo llevaba escrito: Anri.

-        -¡Hey! ¿Te quedaras aquí? - Escuchó de pronto – vamos, llegaremos tarde. Agnes se colocó de nuevo el gorro antes de salir del salón de clase, el viento comenzaba a soplar y el cabello de todo mundo menos el suyo comenzó a danzar. - ¿Es muy guapa cierto? - preguntó Agnes al momento que aceleraban el paso.

-        - ¿Quién?

-        - La profesora, ¿Quién más? He visto como la veías, no podías apartar la vista. Es bastante hermosa, debe ser de la edad de mi madre y trae a todo mundo vuelto loco, incluso profesores la respetan por completo.

-        - Si, eso parece.

-        - ¿Sabes? oí que estudió aquí mismo.

-        - ¿En serio?

-        - Si, el profesor de historia lo mencionó en clase. Crees que haya sido compañera de tu madre y la mía?

-         - ¿De que hablas?

-        - Piénsalo, tienen aproximadamente la misma edad, y estudiaron en esta escuela; ¿No te da curiosidad?

-        - La verdad es que no, no lo había pensado siquiera.

Volvió a sonar la campana.

Historia contemporánea, la clase de aquel día fue una completa tortura. El aula se encontraba a oscuras, iluminado tenuemente por el viejo proyector que el profesor solía usar para impartir la misma y el pausado y taciturno hablar del hombre; quizás en sus setentas incrementaban el tedio de su alumnado. Casi por completo, el grupo mantenía apenas la cabeza erguida, intentando no caer de sueño.

Sólo Agnes parecía disfrutar de la hora que el anciano les dedicaba dos veces por semana. Su mirada irradiaba un brillo inusual ese día. Cinco minutos antes de terminar la clase las luces se encendieron, todo mundo quedo cegado por el fulgor de las enormes lámparas led colocadas en el techo.

-        - Jóvenes, recuerden que la siguiente clase comenzaremos con sus presentaciones, espero todos tengan listos ya sus temas.

-        - ¡La presentación! Como pude olvidarlo - se alcanzó a escuchar el fondo del aula

-        - Bueno joven, eso suele suceder cuando no se pone atención - replicó en un tono más alto de lo habitual el profesor.

     Todos rieron.

-        - Si hay algún otro despistado, por favor compártalo con nosotros y no olviden llegar temprano la siguiente clase – dijo finalmente antes de salir del salón.

-        -¿Cómo pudiste olvidarlo? - le cuestionó Agnes – Es el mejor trabajo que nos han dejado hacer este semestre – sus ojos brillaban con luz propia y su enorme sonrisa lo hacía aún más; en serio amaba esa clase.

-        - Simplemente lo olvidé.

-        - De acuerdo, por ahora vamos a comer – tomó a su amigo de la mano y salieron con rumbo al comedor.

 

Si bien la escuela no era enorme, el recinto se mostraba impoluto tras la exhaustiva remodelación de un par de años atrás y el bello comedor era prueba clara de ello. Un edificio hecho casi en su totalidad de cristal y con un único pilar al centro daba la bienvenida a los comensales. La luz natural y los relucientes pisos de caoba terminaban el conjunto del diseño.

 

A esa hora apenas estaba a la mitad de su capacidad por lo que ambos pudieron tomar un buen lugar en las mesas junto a la venta al sur, con vista a la gran biblioteca. Era día de croquetas de pollo y crema de champiñón; para muchos la especialidad de la casa; los dos tomaron sus respectivos platos sin rechistar. El sol del mediodía comenzaba a calendar el lugar, sin embargo el ambiente se sentía fresco. El bullicio del estudiantado y el aroma proveniente de la cocina inundaban el lugar.

 

-        - ¿Ya se te ocurrió algo? – preguntó Agnes antes de llevarse el ultimo pedazo de croqueta a la boca.

-        - Ni la más remota idea – le contestó su amigo desanimado.

-        - Si, lo siento, no debí insistir con eso – murmuró la joven alejando su plato – es solo que, cada cuanto tiempo tienes la oportunidad de escoger tema en tu clase favorita.

-        - Quizás debí escoger yo – le respondió llevándose ambas manos tras la cabeza – Aunque seguro que no sería un tema tan interesante.

-        - Probablemente, sabes, creo que deberías esforzarte un poco más.

-        - ¿Qué dices? Saco buenas notas, casi tanto como tú.

-        - Lo sé, pero algunas veces tengo la sensación de que no estas a gusto con esto.

 

Al oír eso el chico clavó la vista en el luminoso techo y caviló un rato– ¿Es eso cierto? ¡No! debo imaginarlo – pero su amiga tenía razón, hacía tiempo que había perdido la motivación y el aún no sabía por qué. Bajó la mirada y al ver su plato vacío se dio cuenta de ello, volvía a comer en automático, sin pensarlo.

-        - Justo a eso me refiero, ahora mismo no estas aquí.

-        - ¿Qué? Pero si estoy aquí sentado contigo.

-        - Esta bien, yo me habría aburrido igual que tú si no fuera por las clases de historia.

-        - Pero yo… - intentó excusarse pero enseguida entendió que no tenia cómo hacerlo ¿Qué diría?

-        - Dije que esta bien, simplemente te faltara hallar algo que te guste y en lo que te distraigas, eso es todo.

-        - Tienes razón.

-        - Dime, ¿Te gustan las idols? – preguntó Agnes nuevamente.

-        - Me lo preguntaste en la mañana

-        - Si, pero no contestaste.

-        - ¿Ah no? – le contestó mirando de nuevo al techo.

-        - ¿Entonces? – insistió Agnes ahora más efusiva.

-        - Pues, supongo que no. Apenas he escuchado un par de canciones y si me preguntas por los nombres de los miembros de algún grupo fallaría miserablemente.

-       - Y sin embargo cada año por estas fechas mencionas sin falta a una idol que te ha cautivado.

-        - Pero si solo he dicho que mi madre la escucha todas las mañanas, que desapareció hace años y es bastante desconocida. Ni siquiera sé su nombre y mi madre no me ha contado nada.

-       - Bueno amigo, entonces te tengo buenas noticias.

-        - ¿Qué? – le cuestionó el chico con los ojos bien abiertos.

-        - Como dije, mi madre alcanzó a oír algunas canciones que encontré al hacer mi trabajo de historia.

-        - ¿En serio hablaras sobre músicos de la zona en tu presentación?

-        - Ya te dije que si, todo eso es fascinante y cada cosa que encuentro no hace más que mejorarlo todo – le respondió con una sonrisa de oreja a oreja – Pero no me interrumpas.

-        - Vale, lo siento.

-        - Como sea, escuchando una banda de rock punk bastante cutre mi madre se ha acercado. Resulta que aquella banda estaba compuesta por estudiantes de su mismo grado. ¿Lo imaginas? Ahora serán oficinistas con tres pelos en la cabeza si bien les va; pero en su tiempo fueron punks anti sistema.

En ese momento volvió a sonar por el altavoz él anuncio del cambio de hora, Agnes dudó un momento si continuar su historia pero decidió hacerlo al ver el repentino interés en el rostro de su amigo.

-        - Me contó de esa época, iba en segundo año de preparatoria así que el ambiente era más bien ligero, puesto que aún no se mataban pensando en lo que harían al graduarse el año siguiente. Mencionó a esa panda de punks y un pequeño grupo de chicas de su clase que se reunían para platicar de idols. Tú sabes, una especie de club y ella se les unía a veces aun cuando estaba más bien obsesionada por uno de esos bailarines famosos con cara de muñeco.

-        - Entiendo, solo que no sé por qué me cuentas eso.

-        - A eso voy, caramba – refunfuñó al ser interrumpida - Todo en ese grupo era bastante normal, a excepción de un pequeño detalle pues en aquel grupo había una chica que al parecer todo mundo; hombres y mujeres; admiraba, una idol.

-        - Espera, ¿Qué? ¿Una idol en esta escuela? – interrumpió su amigo tajante

-        - Claro, una idol estudió en este mismo lugar, pero eso no es todo. La chica no era solamente una idol escolar, alcanzó a grabar un par de canciones, nada famosas pero las grabó en un estudio.

Entonces el chico comenzó a sentir la cabeza más pesada, quería creer en algo un tanto inverosímil, pero que a su parecer parecía tener todo el sentido.

-        - Al terminar de contarme todo eso sacó de su armario un pequeño álbum; se veía algo viejo, pero estaba bien conservado aun y me dio esto – decía al momento que metía la mano en su mochila ante la atónita mirada de su amigo – dime, ¿Tu madre ya colocó en su pequeño altar esta fotografía?

Le mostró una pequeña instantánea, el joven la tomó y la observó meticulosamente. En efecto era la misma chica cuya voz oía hace años y cuya madre parecía rememorar cada año sin falta. La joven idol llevaba un uniforme en tonos pastel parecido al de una porrista y empuñaba en ambas manos un par de frondosos pompones color violeta. Volteó instintivamente para ver a su amiga con el asombro plasmado en el rostro. Ella le hizo una seña girando el dedo formando un remolino.

-       - Dale vuelta.

Lo hizo lentamente, su rostro palideció de pronto ante la imagen frente a él. No podía creerlo. El comedor comenzó a llenarse de gente nueva, el ruido de las voces y el tintineó de los utensilios aumentaba pero él no recibía ningún estímulo, su atención estaba toda en aquella fotografía y el mensaje escrito en el reverso:

 

¡¡Muchas gracias por tu apoyo!! Te quiere mucho, RINA.